el suelo está escrito a boli, las
superficies de madera tienen grabadas símbolos toscos o simples
líneas o palabras o frases. hay fechas, nombres, manchas. hay
suciedad, supongo. hay firmas con graffiti detrás de las plantas.
hay cristales rotos. hay manos de raíces que apartan las baldosas y
dejan que la tierra sea escupida sobre el suelo.
la primera vez que vine me sentí
incómode y no pensé que fuera a volver. no era un lugar que creía
bonito. bonito es el jardín cuidado de la gente que vive en esa
calle de ricos, que tienen rosas rojas y el césped cortado siempre
al mismo nivel. bonito es el único museo de toda la ciudad, cuyas
paredes son tan blancas que podría admirarlas más que a los
cuadros. cuando vine por primera vez, pensé, vaya, esto está sucio,
es feo. sigue estando sucio pero no creo que sea del todo feo. yo
también soy fea, y me gusto.
hay libros con las páginas arrugadas,
rotas, algunas se desprenden, otras tienen la tinta emborronada o
manchas circulares como si se les hubiese caído agua encima. algunas
cubiertas son de cuero, otras blandas y partidas.
hay algo pacífico y reconfortante en
el desorden y las huellas de los momentos que ha vivido este lugar.
hay algo en que los libros siguieran en la misma posición en la que
se cayeron la primera vez que vine, tirados en el suelo, y aún así
no haya pasado nada. hay algo que me hace verme a mí misme de otra
manera.
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